6 años depués... y todo sigue igual

España es un país que vive por y para el fútbol. Sólo así se entiende que puedan sobrevivir al menos media docena de periódicos deportivos, con ventas incluso superiores en algunos casos en rotativos de información general. Y es que el deporte es y siempre ha sido un gran instrumento para distraer a las masas de sus muchos problemas cotidianos. Y no lo veo mal del todo. De echo, yo mismo me declaro un aficionado al deporte en general, consumo habitualmente algún que otro partido de fútbol, y puestos a escoger, pues prefiero que gane el Barça (más que nada por motivos de proximidad geográfica). Incluso disfruto hablando de ello. Hasta aquí todo bién.
Pero este fin de semana, he vuelto a descubrir que la mentalidad humana es tremendamente compleja, y en mi caso, a menudo inexplicable. No entiendo como medio país sólo parece ser feliz cuando gana un equipo. No entiendo que los informativos dediquen más de la mitad de su tiempo a hablar de fútbol. No entiendo que haya algunas personas que se creen en su derecho de destrozar cualquier cosa o cuanto menos descalificar a otros por el ridículo motivo de no compartir sus preferencias. No entiendo los forofismos extremos. No entiendo como muchas personas pueden llegar a defender con uñas y dientes el nombre de una institución o unos jugadores (con unos sueldos de verguenza) cuando lo único que sacan a cambio es un mordisco en el bolsillo. No entiendo demasiadas cosas. Y, evidentemente, la gente se muestra muy sorprendida cuando escucha lo que pienso. Debo ser el único indignado con todo esto en kilómetros a la redonda. Será que el raro soy yo.
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