Reflexiones de un universitario desquiciado (1)
Quizá sea que de pequeño no me sentaron bién los Smacks del desayuno. Quizá sea por tirarse a la piscina haciendo la "Bomba". Quizá sea por las maratonianas partidas de Street Fighter 2 los fines de semana. O quizá sólo sea porque soy un antisistema rematado, pero el caso es que me gustan los deportes universitarios de riesgo, y no me refiero a la odisea matutina de usar el transporte público (que también), sinó a que en mis 20 años ya me he enfrascado en dos licenciaturas sujetas a cierto "bullying", o como mínimo guasa, entre el resto de estudios. Si Carlos Carnicero siguiera en activo, hoy estaría entre su lámpara y su cortinilla y escuchando el dramático "Ahora puedes mostrarte, o mantenerte en el anónimato". Obvia decir que me quedaría con la segunda opción. Que Ciencias Ambientales y Psicología formen parte de mi expediente así lo aconseja.
Ambientales. Carrera con un nombre que inspira a la burla, al chiste fácil. La gente no tiene a un ambientólogo (mejor dicho, "ambientalista") en su agenda de amigos. La imagen que se tiene de ellos, es la de unos "freaks" asociales, con inquietantes inquietudes ecologistas y un profundo sentimiento reciclador. Entre las asignaturas optativas que pueden escoger, destacan sobremanera algunas como "Asalto a petroleros rusos en alta mar", "Encadenamiento en árboles centenarios" o "Colgada de pancartas reivindricativas en rascacielos propiedad de multinacionales". Personas a las que nadie contrataría para su empresa, a no ser que les apuntaran con una pistola, y aún así pedirían que se lo cambiaran por un filólogo. En definitiva, gente a la que se la mira con recelo ("ui, a ver con que me sale este tipo..."), y que en una imaginaria pirámide social sólo quedarían por encima de aquellos que juegan con cambio manual en los videojuegos de conducción. ¿Exagerado? Pues va a ser que no.
Psicología. Carrera que a priori goza de algo más de respeto. Pero sólo a priori. Una vez estás dentro te das cuenta que los médicos te miran por encima del hombro y la gente de letras en general cuchichea a tus espaldas, considerándote un bicho raro. La opinión más extendida es la de psicólogo = loquero, con lo que cualquier perspectiva de establecer relaciones con los demás se ve afectada cosa mala. Su lógica aplastante les lleva a decir: "Si este trata con enfermos mentales, y me ven hablando con él... ¡joer, pensarán que estoy mal de la cabeza!". Total, que con un poco de suerte, aún podrás mantener algunas amistades de antes (eso si sobrevivieron a tu período ambientólogo...), pero al hablarles de lo que estudias, las frases que te van a soltar oscilarán entre el "¿Psicologia? Vaya, pues no me psicoanalizes, ¿eh?", pasando por el clásico "¿Tu también estás mal de la cabeza?" hasta llegar a los más ratas "Cuándo tengas consulta ya me haras terapia... gratis". En fin, ¿quien quiere a un psicólogo habiendo doctores... o aún mejor, ingenieros?¿Exagerado? Pues va a ser que no.
Ante tal panorama, creo que la mejor solución que tengo es irme a lo más alto de cualquier monte perdido, construirme una cabaña, y dedicarme al venerable oficio de "Ermitaño sabio de la montaña en ayuda de viajeros ocasionales que van a salvar el mundo pero aún no son lo suficientmente poderosos para derrotar al malvado líder de las fuerzas oscuras". Mmmmm... Sí, me quedo con esto.
Ambientales. Carrera con un nombre que inspira a la burla, al chiste fácil. La gente no tiene a un ambientólogo (mejor dicho, "ambientalista") en su agenda de amigos. La imagen que se tiene de ellos, es la de unos "freaks" asociales, con inquietantes inquietudes ecologistas y un profundo sentimiento reciclador. Entre las asignaturas optativas que pueden escoger, destacan sobremanera algunas como "Asalto a petroleros rusos en alta mar", "Encadenamiento en árboles centenarios" o "Colgada de pancartas reivindricativas en rascacielos propiedad de multinacionales". Personas a las que nadie contrataría para su empresa, a no ser que les apuntaran con una pistola, y aún así pedirían que se lo cambiaran por un filólogo. En definitiva, gente a la que se la mira con recelo ("ui, a ver con que me sale este tipo..."), y que en una imaginaria pirámide social sólo quedarían por encima de aquellos que juegan con cambio manual en los videojuegos de conducción. ¿Exagerado? Pues va a ser que no.
Psicología. Carrera que a priori goza de algo más de respeto. Pero sólo a priori. Una vez estás dentro te das cuenta que los médicos te miran por encima del hombro y la gente de letras en general cuchichea a tus espaldas, considerándote un bicho raro. La opinión más extendida es la de psicólogo = loquero, con lo que cualquier perspectiva de establecer relaciones con los demás se ve afectada cosa mala. Su lógica aplastante les lleva a decir: "Si este trata con enfermos mentales, y me ven hablando con él... ¡joer, pensarán que estoy mal de la cabeza!". Total, que con un poco de suerte, aún podrás mantener algunas amistades de antes (eso si sobrevivieron a tu período ambientólogo...), pero al hablarles de lo que estudias, las frases que te van a soltar oscilarán entre el "¿Psicologia? Vaya, pues no me psicoanalizes, ¿eh?", pasando por el clásico "¿Tu también estás mal de la cabeza?" hasta llegar a los más ratas "Cuándo tengas consulta ya me haras terapia... gratis". En fin, ¿quien quiere a un psicólogo habiendo doctores... o aún mejor, ingenieros?¿Exagerado? Pues va a ser que no.
Ante tal panorama, creo que la mejor solución que tengo es irme a lo más alto de cualquier monte perdido, construirme una cabaña, y dedicarme al venerable oficio de "Ermitaño sabio de la montaña en ayuda de viajeros ocasionales que van a salvar el mundo pero aún no son lo suficientmente poderosos para derrotar al malvado líder de las fuerzas oscuras". Mmmmm... Sí, me quedo con esto.
5 comentarios
laia -
;) encara q siguem uns paries socials els ambientolegs no som tan rarets (wn, i ex ambientolegs cm tu!)
Pep -
Tharkun -
Tharkun -
Saluts d'un nou lector!
Dayana -
Visca les Humanitats!!!! Un dia escriuré jo sobre el tema i deixaràs de sentir-te un pària. Jajajajaja!!! T'estimo