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A veces, las personas no son lo que parecen

Problemas y preocupaciones del Primer Mundo (1)

Curioso sentimiento la motivación. Afecta a todo ser racional, sin distingir entre raza y sexo, goza de un poder demoledor, pero a menudo no le damos la importancia que se merece. A quién la posee le otorga inspiración y ganas de comerse el mundo. Pero en cuando te abandona (porque así es como funciona, como una entidad viva independiente que fluye sola), es capaz de hundirte en una espiral negativo, y algunas veces autodestructivo. Ésto que parece tan obvio, adquiere un cariz más alarmante si, como yo vengo observando últimamente, se ceba especialmente en los jóvenes. Yo mismo me incluyo entre estas víctimas de la desidia. Algo debe ocurrir en esta sociedad cuando cada vez más, alguien que se encuentra en esa edad en la que los problemas parecen facilmente superables y el entusiasmo no tiene límites, se pierde en sus laberintos mentales, antesalas de la frustración y el colapso. No voy a arriesgarme a enumerar los factores que conducen a ello, ya que pueden ser varios, y hasta alguno queda aún que lo achaca a que la juventud de hoy dia lo tiene todo muy fácil y apenas ha de luchar por su supervivencia. Pero una cosa sí tengo clara: del pozo sólo puede salir uno mismo, y la ayuda de los demás se debe limitar a acompañarlo durante la subida y no intentar empujarlo hacia arriba. El entorno ha de convertirse en un apoyo moral, y no en otra presión cargante en su ímpetu por ayudar a la persona. Porque el ser humano es solitario y autónomo, pero necesita vivir en sociedad.

1 comentario

pungüi volador -

tres tres tres bien!