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A veces, las personas no son lo que parecen

Arde la ciudad

Días calurosos nos invaden. Y aquí cerquita del mar, además humedos. Como la mayoría de nuestros sueños vaya. Andamos todos como locos en busca de esa microsombra que nos ofrece el semáforo mientras esperamos que se ponga en verde, pero después nos tostamos durante horas en la playa (con unas gotitas de crema protectora, eso sí). Son pequeños reflejos de lo que a veces, con mala leche, llamamos "estupidez humana", pero que yo prefiero nombrarlos como "curiosidades de la gente". Otra cosa que me llama la atención són todos esos catastrofistas, adictos a Nostradamus, que acechan en todas las tiendas del barrio a la hora que sales a hacer la compra. Según ellos, este tiempo no es normal (claro, todos sabemos com es un verano) y antes no teníamos estas temperaturas (datos que se han encargado de comprovar todos llamando al servicio de meteorología supongo). Y así podría seguir un buen rato.

Por suerte, aún quedan personas en mi vida que aportan aire fresco ante tanta tontería. Personas con las que tomar una cerveza o lo que haga falta, mientras compartes cosas importantes (algunas) y no tan importantes (las que más) con ellas. Són aquellos que te hacen volver a pisar el suelo cuando lo necesitas, los que te hacen darte cuenta del valor del reverso de la moneda. Gracias a esto, uno crece y madura. Y lleva mejor estas épocas de helados, granizados y sal. Así pues, me gustaría dedicarles estas pésimas líneas escritas en medio del sueño y la modorra (lo sé, flaco favor os hago), que da la casualidad que son mis dos únicos lectores habituales. Brindo por vosotros!

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