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A veces, las personas no son lo que parecen

Horas muertas

Esta mañana he salido a la calle. El Sol volvía a brillar con fuerza en lo más alto (él también tiene el derecho de irse los fines de semana). En el buzón no habían facturas ni extractos bancarios. Parecía el inicio de un buen día. Lástima del lamentable estado de la cocina.

He evitado pasar por la papeleria para no leer las portadas de los periódicos y que me estropearan la calma del momento. No estoy de humor para más desgracias. He preferido dar una vuelta hasta el bar de cittia, el único bar de cittia. Un sitio entrañable, con una vieja melodía de radio sonando como telón de fondo, y unas pocas mesas debajo de una gran magnolia. Los camareros, de toda la vida, te sonríen al verte llegar y te traen lo de siempre. Aunque lo parezca, no todo es perfecto, pero es lo único que tenemos. Hoy he jugado más de lo normal con la bolsita de azúcar, antes de llevarla a su fatal destino en el fondo de una mala taza de leche con café. Tenía la cabeza en otros lugares, en otras personas. De echo, TENGO la mente lejos de esta habitación. El verano es para pasarlo bien decían...

Mientras asimilaba mi pseudodesayuno, he tenido tiempo de saludar a un par de conocidos. "Tienes buen aspecto, se te ve bien" me han dicho. "Gracias" he respondido yo, y me he abstenido de completar la frase: "... por mentir". Lo malo de vivir en un minúsculo rincón del mundo es que conoces a muchos de los que lo habitan contigo, y fingir que las cosas marchan aceptablemente se convierte en algo casi inevitable. Antes de que el lugar se llenase de caras conocidas, he preferido pagar y marcharme sin un rumbo fijo. Curioso que finalmente haya topado con la puerta de casa otra vez. Parecía el inicio de un buen día, pero estaba claro que sólo sería "otro día". Que no es poco.

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